Últimamente no dejamos de ver noticias o programas, en los que figuran algunas familias cuyos progenitores sufren insultos, destrozos en el mobiliario de la casa, falta de respeto e incluso lesiones por parte de sus hijos.
De hecho, parece como si los papeles hubiesen dado un giro de 180 grados, y ahora son los niños los que mandan y ordenan. Existen casos, en que los padres se ven tan desbordados, que se ven sin fuerzas para poder alcanzar de nuevo la autoridad, establecer sus normas y limitaciones
Desafortunadamente, el comportamiento que presentan estos niños, no solo afecta a la dinámica familiar, sino también incluso a la relación de pareja, debido a la tensión, estrés e incluso ansiedad que la situación les provoca, en la cual finalmente ceden para evitar la polémica conducta del niño, provocando de esta manera una espiral, ya que dicha conducta se ve reforzada (al ceder los progenitores), y por tanto se volverá a repetir.
Estos niños no encuentran la felicidad por la sumisión de los padres, ya que para ellos es solamente una conducta más de su repertorio, y finalmente terminan desarrollando en algunos casos lo que se conoce como el “Síndrome del Emperador”, el cual puede a largo plazo graves consecuencias.
Pero… ¿Qué es el Síndrome del Emperador?Estos niños no encuentran la felicidad por la sumisión de los padres, ya que para ellos es solamente una conducta más de su repertorio, y finalmente terminan desarrollando en algunos casos lo que se conoce como el “Síndrome del Emperador”, el cual puede a largo plazo graves consecuencias.
Se trata de un trastorno de conducta que afecta a niños y adolescentes, y que se inicia en el hogar, cuando el niño comienza a desafiar sus padres, y una vez logrado en el hogar, lo llevará a otros terrenos, desafiando a otros adultos.
La visión de ellos, es que sienten que tienen la autoridad (y en la mayoría de los casos la tienen), porque debido a que han sido privilegiados, ni se les ha llamado la atención ante una mala conducta, o por incumplir las reglas del hogar, o porque sus rabietas han sido atendidas (lo que ellos esperaban), y todo lo que han querido les ha sido concedido, lógicamente el niño piensa que todo gira y debe ser a su antojo.
¿Qué han aprendido desde pequeños estos niños?, que sus padres estén a su disposición siempre que los requiera y en caso de no ser así, volver a lo que aprendieron desde pequeños: enfadarse y montar rabietas, las cuales, estas últimas a medida que crecen pasan a ser insultos, amenazas e incluso agresiones físicas a sus padres.
¿Cómo se describe el niño autoritario?
Ellos son dictadores que mandan y ordenan lo que tiene que hacer la familia, es decir, necesitan que la familia gire en torno a lo que demanda y a sus caprichos.
Los problemas habituales que encontraremos detrás de este trastorno, son los siguientes:
1. Profundo hedonismo: buscan constantemente el placer, al no desarrollar el sentido del deber y no comprenden que en ocasiones tienen que hacer sacrificios por los demás.
2. Presentan un gran egocentrismo: los niños, cuando son pequeños, todos son egocéntricos. Pero, a medida que van creciendo van desarrollando la empatía y por tanto, aprenden a ponerse en el lugar del otro. Los niños con este síndrome son muy poco empáticos muestran pocas y manifiestan pocos sentimientos hacia los demás.
3. Tienen escasa tolerancia a la frustración: Estos niños tienen bastantes problemas para regular sus emociones y sentimientos, y cuando sus deseos no se ven satisfechos suelen experimentar una gran frustración que acaba dando lugar a un estallido emocional.
4. Poseen una gran capacidad de manipulación: estos niños no siempre se imponen a la fuerza, a veces recurren a sofisticadas tácticas de manipulación emocional ya que han estudiado y conocen las debilidades de sus padres y no tienen ningún reparo en utilizarlas a su favor.
5. Adquieren poca responsabilidad: Es debido a que nunca están dispuestos a reconocer sus errores, y están acostumbrados a echar la culpa a los demás.
El problema mayor que tienen es que en un futuro tendrán cuantiosos problemas al darse cuenta que el resto del mundo no se pondrá bajo sus pies, de la misma forma que lo han hecho sus padres.
¿Qué les ocurrirá? que la suma de su egocentrismo, sus escasas habilidades sociales, unido a una baja tolerancia a la frustración, le pasará una alta factura y al igual que cuando eran niños, de adultos tampoco serán felices.
Prevenir antes que curar.
Los tiempos en los que vivimos vemos que los padres cada vez ejercen habitualmente una educación pasiva. Esta educación se basa en satisfacer las necesidades materiales, antes que transmitirle valores y respeto, que en un futuro se convertirá en niños, adolescentes y adultos que no saben el valor del respeto, ni cuál es su papel, dentro de su propia familia.
También el consumismo y los cambios sociales que se están produciendo, ayudan a que aparezcan cada vez más niños autoritarios.
¿Qué hacemos entonces los padres?
Existen varias claves para prevenir este tipo de conductas:
-Estar atentos a sus primeras señales: Por regla general, ya a los cuatro años un niño puede verbalizar su enfado, y a los cinco años será capaz de controlarlo. Si notásemos que tiene muestras de agresividad, rabietas y produce disputas familiares, es probable que esté desarrollando el síndrome.
- Construir límites en casa. Los niños para poder dar un orden lógico a su mundo, necesitan de límites y normas. Si un niño sabe lo que esperamos de él puede regular su comportamiento y se sentirá mucho más seguro y con menos ansiedad.
- Tener un estilo educativo coherente. Esto significa que los dos progenitores deben de estar de acuerdo con reglas y castigos, ya que si el niño ve que existe una laguna entre ambos, la aprovechará a su favor. Por tanto, es de suma importancia, que los progenitores mantengan un dialogo, sobre la forma en la que educarán a su hijo y ambos estén de acuerdo con el otro y se respeten.
- Debemos enseñarles a ser capaces de ponerse en el lugar del otro. Que los niños desarrollen la empatía es fundamental, ya que de esta forma podrán comprender los sentimientos de los padres cuando no les hace caso o les falta el respeto. Lo principal, cuando son pequeños no es limitarnos a castigarles por sus errores o comportamientos, sino que reflexionemos con ellos sobre su conducta y las consecuencias que puede tener lo que hecho.
- Convertirnos en su ejemplo a seguir. Los niños aprenden viendo a sus padres. Es positivo que le enseñemos a manejar correctamente sus emociones de una forma asertiva, para que estén preparados ante futuras frustraciones. Enseñarles a que canalicen sus emociones negativas, es clave para que no las vuelquen sobre los adultos
No hay comentarios:
Publicar un comentario